Hace unos días el profesor Víctor Pérez Samaniego nos mandaba la lectura del prólogo y del capítulo 2 del libro:
"El valor de educar", de Fernando Savater. Tras su lectura debíamos de hacer un ensayo, hoy os dejo aquí el ensayo que yo hice sobre la lectura.
¿QUÉ ES
EDUCAR?
Según la rae, EDUCAR
es: “Desarrollar o perfeccionar las
facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos,
ejercicios, ejemplos, etc.”
Como educador o monitor en una escuela de Balonmano, y
futuro trabajador en el ámbito de la docencia, o al menos eso espero, tengo que
hacer uso de lo que dice Savater en su libro: “Actualmente coexiste en este
país el hábito de señalar la escuela como correctora necesaria de todos los
vicios e insuficiencias culturales con la condescendiente minusvaloración del
papel social de maestras y maestros.” Y ese es uno de los fallos más comunes en nuestra sociedad.
He oído muchas veces
como madres y padres critican la labor de profesores y maestros por el hecho de
que su hijo use palabras malsonantes o hable en un tono grosero o chulesco.
Madres y padres, esos profesionales a los que os agrada criticar reciben a
vuestros hijos con una edad en la que, en la mayoría de casos, ya deberían
tener una disciplina y un comportamiento digno de su edad, hecho que
conllevaría el uso de un lenguaje y unas actitudes adecuadas. Siendo el
profesor un guía en un campo de la enseñanza más técnico o avanzado. Pero eso
no es más que una pequeña piedra en el camino del futuro docente, ya que
nuestra sociedad, desde tiempos remotos, se ha dedicado a desprestigiar la
labor de los profesores y maestros sin que nadie haya movido un dedo en defensa
de éstos.
¿Cuántas veces habremos escuchado una crítica hacia los
estudiantes de magisterio? Sí, creo que pocos habrá que no la hayan escuchado,
y es que para la gran mayoría, aquellos que se dedican a la docencia, o lo
harán en un futuro, no son más que “fracasados” o incapaces de realizar
carreras universitarias más complejas. Y citando a Savater, “¿Qué somos los
catedráticos de universidad, los periodistas, los artistas y escritores, incluso
los políticos conscientes, más que maestros de segunda que nada o muy poco podemos
si no han realizado bien su tarea los primeros maestros, que deben prepararnos
la clientela?
Es sólo una pregunta, quizás retórica, pero deja claro que no
deberíamos infravalorar dicha carrera ni dejar que la sociedad la critique y
margine tan impunemente, sino que tendríamos que darle un giro de tuerca y hacer
ver que la educación y el valor de educar son temas de vital interés dentro de
una sociedad y que tendría que coger importancia ya que como dice Savater: “Es
un tema demasiado serio para que lo abandonemos exclusivamente en manos de los
políticos, que no se ocuparán de él si no lo suponen de interés urgente para su
provecho electoral”.
Y
es que, a propósito de dejar de infravalorar la función del docente, todos, en
un momento u otro de nuestras vidas, hemos ocupado ese papel. En algún momento
hemos intentado enseñar algo a alguien y, en el mejor de los casos, lo hemos
conseguido.
“La
condición humana nos da a todos la posibilidad de ser al menos en alguna
ocasión maestros de algo para alguien.” (Savater, F. (1996). El valor de
educar. Barcelona: Ariel.)